martes, 25 de febrero de 2014

Reseña La maniobra de Heimlich Editorial Playa de Ákaba, 2014, de David Yeste


Cada verso es un una llamada de atención y una toma de conciencia del propio autor, que indica su situación de necesidad. Pasa por todos los estadios del vacío y de la pérdida, desde la negación hasta la resignación de la soledad y de la individualidad.

Acostumbrarse a lo nuevo, a lo distinto, exige grandes dosis de individualidad en primera instancia; pero esto resulta insuficiente, por lo que la idea de colectividad se hace visible y necesaria.  

Cada poema es una historia construida desde la ausencia que ahoga y que impide seguir viviendo, por lo que es necesario ese abrazo o esa mano que rescate no solo lo psíquico sino también la parte física del SER, reducido a un cuerpo descompuesto y roto por acontecimientos que ya no son los que fueron.

Este tapón interno que arrasa el tiempo corpóreo tiene que ser expulsado bruscamente a cada verso por el lector. Esto es lo que demanda el autor: masticar lentamente requiere tiempo, y no sé es consciente de que podemos propiciar el atragantamiento:

«Cuando te digan adiós, travestido de hasta luego,
cuando se extingan los fuegos sin más tea en la que arder.
Cuando se pare el reloj, y no me quede sosiego,
cuando no quede más ruego, ni mañana, ni después.»

Hasta provocar el  tapón hay un recorrido. A veces el tapón se produce de forma inesperada; se reduce a un accidente. Otras en ese camino previo, la bola de emociones se convierte en sólido inamovible.  En el primero la sorpresa convierte la expulsión en rabia:

«Esta noche, tu guitarra se encabrita.
Clava astillas, rompe uñas, hiere dedos.
Suena, llora, canta, gime, sangra, grita:
partituras de mi abrazo en tu cintura.»

Pero sea cual sea la causa del atragantamiento, se llega a un estadio de resignación:

«Anoche llovió sobre mí.
Y desde mí.
Y lloví sobre el papel donde escribía esto.»


A veces el tapón se hace resistente:

«Si me aferro a una nube, si me ato a una brisa,
si dibujo tu risa, si sostengo que pude»


David Yeste va dando claves a lo largo de todo la maniobra para que el expulsivo sea efectivo y no dejar que la pasividad que amenaza se apropie de lo que somos. Arrollar o ser arrollado por ese tren de la vida que nos obliga a veces a descarrilar. Esperar, resurgir, revivir y sobrevivir a las preguntas que sobrevuelan el techo de nuestro conocimiento. Lucha, resistencia o huida. ¿Qué escoger? La elección la tienes tú, querido lector. Puedes sumergirte en bucles acotados por el destino absurdo, en huidas hacia puertas giratorias que te devuelven una y otra vez a los mismos hechos. O elegir que las sombras dispersas se conviertan en tu propia sombra.

Tú, querido lector, tienes en tus manos un libro repleto de versos para forjar la solución a un camino vacío de búsqueda tras el atragantamiento. Lánzate a esa búsqueda de la propia identidad, la búsqueda del YO abandonado y concede el armisticio sin demoras. No apartes de tu camino los nuevos comienzos repletos de finales.

Para saber más sobre su obra, sobre sus recitales o sus presentaciones:  http://davidyeste.wordpress.com/

Su booktrailer en el enlace:

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     David Yeste (Terrassa, 1969). Con estudios de humanidades, formado como escritor en la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès, con Andreu Martín y Sebastià Alzamora. Aparte de diversos premios de cuento y relato, ha sido galardonado con el X Premi Ferran Canyameres de Novel·la, con la obra Bots i Barrals (Baula, 2001), y el Ciutat d’Olot 2010, con In nomine patria (La Galera, 2010). Coordina y gestiona diversos talleres de lectura y escritura creativa en el entorno de las Bibliotecas Públicas. Ha colaborado en la antología de relatos de viajes Nómadas (Playa de Ákaba, 2013). En febrero de 2014 ha visto la luz su primer poemario: La maniobra de Heimlich.